«STONER», UNA NOVELA DE JOHN WILLIAMS

Me duele la garganta cuando acabo de leer esta novela. La molestia me la causa la emoción reprimida con la que he leído la última parte del libro (es eso que llamamos “un nudo en la garganta”). Me ha dejado noqueado.

¿Es posible que una historia tan sencilla, la historia rutinaria de la vida de un profesor, sin acontecimientos excepcionales, pueda llegar a ser sobrecogedora? Después de leer Stoner, la respuesta es: sí. Sí, si se escribe tan bien como lo hace John Williams. Y es que el secreto estriba en que este autor norteamericano narra con una precisión y una elegancia perfectas.

STONER portada

Yo no conocía a John Williams, lo confieso. La novela me la recomendó mi amigo José Garriga, y ahora yo se la he recomendado a otro amigo, y supongo que en este instante, al escribir estas líneas, la recomiendo a todos los que entráis en mi blog. Hay que recomendar lo que nos hace vibrar, y Stoner lo hace.

En muy pocas ocasiones te encuentras en una narración con las palabras exactas para describir lo que los personajes hacen, sienten o piensan de una manera tan nítida. Y lo sorprendente es que la aparente sencillez de la historia y la aparente sencillez de su estilo, embozan lo que no es sino una auténtica obra de arte.

 (…) …Él asintió con la cabeza, dijo “buenas noches” y se dio media vuelta para marcharse.Edith Bostwick dijo en un tono alto, chillón y sin inflexión: “Cuando era una niña de unos seis años sabía tocar el piano y me gustaba pintar y era muy tímida así que mi madre me envió a la escuela para niñas de la señorita Thorndyke en San Luis. Yo era la más pequeña allí, pero estaba bien porque papá era miembro del consejo de administración y él lo arregló. No me gustó al principio pero al final me encantaba. Eran todas chicas muy amables y adineradas y allí hice amigas de por vida y…”

Stoner se había dado la vuelta cuando ella empezó a hablar y la miraba con un asombro reprimido en su expresión. Sus ojos estaban fijos sobre ella, su rostro lívido y sus labios se le movían como si, sin comprenderlo, leyera de un libro invisible. Cruzó despacio la habitación y se sentó a su lado. Ella no parecía darse cuenta, su mirada permanecía clavada al frente y continuaba hablando de sí misma, como si él le hubiera pedido que lo hiciera. Quería decirle que parara, para consolarla, para tocarla. Ni se movió ni habló.

Ella continuó hablando y el cabo de un rato Stoner empezó a escuchar lo que decía. Años más tarde se daría cuenta de que en esa hora y media, de aquella tarde de diciembre, durante su primer lapso largo de tiempo juntos, le contó más sobre sí misma que ninguna otra vez. Y cuando hubo terminado, sintió que eran desconocidos de una manera impensable y supo que se había enamorado. (…)

Jose me dijo que Stoner era un libro precioso. Lo es. Confirmado. He disfrutado tanto leyéndolo… John Williams se me aparece ahora como una revelación, y me avergüenzo de alguna manera al confesar que no sabía de su existencia. Falleció en el año 1994 a la edad de 71 años. Como William Stoner, el protagonista de su novela, Williams fue profesor en la Universidad de Missouri. Además de Stoner,  publicada por vez primera en 1965, otras novelas suyas son Nothing but the night, Butcher´s crossing y Augustus (editada en España con el título de El hijo de César).  John Williams también era poeta y publicó varios poemarios.

JOHN WILLIAMS

JOHN WILLIAMS

Entregado como me encuentro a su sobrio y elegante estilo, sólo puedo repetir que pocas veces he disfrutado tanto leyendo un libro sobre la vida de un hombre sencillo. Quizá la culpa la tenga la integridad de la que hace gala el protagonista, William Stoner, que nos toca el corazón; o quizá la culpa la tenga la pluma de John Williams que consigue que su personaje sea alguien íntimamente cercano, alguien por el que, sorprendentemente, acabamos por sentir un sincero y profundo afecto.

Sergio Barce, agosto de 2015

(…) Había alguna gente en la casa, vecinos, a quienes Stoner no recordaba. Un hombre alto y enjuto con traje negro, camisa blanca y corbata de cuerda estaba inclinado junto a su madre, sentada en una silla tras la estrecha caja de madera que contenía el cuerpo de su padre. Stoner comenzó a cruzar la sala. El hombre alto le vio y se acercó a saludarle, sus ojos eran grises y átonos como las piezas de una vajilla de vidrio. Una voz profunda y untuosa de barítono, calmada y espesa, pronunció algunas palabras, el hombre llamó a Stoner “hermano” y habló de “duelo”, y de “Dios, que se lo había llevado”, y quería saber si Stoner deseaba rezar con él. Stoner rozó al hombre al pasar y se situó delante de su madre, cuyo rostro flotaba ante él. De manera borrosa vio que ella movía la cabeza y se levantaba de la silla. Le agarró del brazo y dijo: “Querrás ver a tu padre”.

Con un toque tan frágil que apenas pudo sentirlo, le guió junto al ataúd abierto. Él miró hacia abajo. Miró hasta que sus ojos se aclararon y luego dio un respingo por el impacto. El cuerpo que veía parecía el de un extraño, estaba contraído y encogido y su cara era como una máscara de delgado papel marrón, con profundas depresiones negras en el lugar en el que deberían estar los ojos. El traje azul oscuro que le cubría el cuerpo era grotescamente grande y las manos, que se doblaban por fuera de las mangas y sobre el pecho, parecían las garras disecadas de un animal. Stoner se giró hacia su madre y supo que sus ojos revelaban el horror que sentía.

“Tu padre perdió mucho peso las últimas dos o tres semanas”, dijo. “Le pedí que no saliera a los campos, pero se levantaba antes que yo y se iba. Perdió la cabeza. Estaba tan enfermo que perdió la cabeza y no sabía lo que hacía. El médico dijo que debió de haberla perdido, o que no pudo controlarse”.

Mientras hablaba, Stoner la veía con claridad. Era como si también ella estuviera muerta mientras hablaba. Una parte de ella se fue irremediablemente dentro de aquella caja con su marido, para no emerger nunca más. La miraba ahora, con el rostro delgado y contraído, incluso en reposo estaba tan tenso que los extremos de los dientes asomaban tras sus finos labios. Caminaba como si no tuviera ni peso ni fuerza. Él murmuró unas palabras y abandonó la sala, fue a la habitación en la que había crecido y examinó su pobreza. Tenía los ojos calientes y secos y no pudo llorar. (…)

Los fragmentos de la novela están tomados de Stoner, de John Williams, publicada en la Colección Narrativa, de Ediciones Baile del Sol (Tenerife), cuarta edición, 5ª reimpresión, febrero 2015. Con traducción del inglés de Antonio Díez Fernández.

EL HIJO DE CÉSAR de John Williams

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2 pensamientos en “«STONER», UNA NOVELA DE JOHN WILLIAMS

  1. Joana dice:

    Esa cercanía y esa sencillez es la que a menudo tanto necesitamos… En las personas, en los libros…
    Una recomendación más de las que no podré prescindir viniendo de Garriga Vela y de ti.
    Un beso

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