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RESEÑA DEL ESCRITOR GONZALO MURO DE «PASEANDO POR EL ZOCO CHICO. LARACHENSEMENTE» DE SERGIO BARCE

Gonzalo Muro, escritor de relatos que se han publicado en libros de la Generación BiblioCafé, a la que pertenece, como Sesión continua (2013), Último encuentro en Bibliocafé (2014) o Por amor al arte (2014), y autor del magnífico libro Noticia de este mundo (2014), todos publicados por Jam Ediciones, ha escrito en su blog una reseña sobre mi libro Paseando por el Zoco Chico. Larachensemente (2014).

GONZALO MURO

GONZALO MURO

Lo que más me ha llamado la atención de sus reflexiones es que, en definitiva, es fácil reconocerse en algunos de mis relatos, se sea o no de Larache, porque, probablemente, la infancia de todos nosotros siempre guarda algo de similitud con la de los demás. Como le decía a Gonzalo en un mensaje, creo que lo más sencillo es en definitiva lo más universal, y cuando uno cuenta esas pequeñas cosas que nos han sucedido o que imaginamos, suelen calar en gente muy diversa, sea cual sea su procedencia.

Una reseña la de Gonzalo que destapa algunos de los secretos que se esconden en mi libro.

Sergio Barce, diciembre 2014

El enlace de entrada al blog de Gonzalo Muro, que os recomiendo es:

http://confiesoqueheleido.blogspot.com.es/2014/07/noticia-de-este-mundo-gonzalo-muro.html

Paseando por el Zoco Chico. Larachensemente (Sergio Barce)

Tengo que ser sincero: nunca había oído hablar de Larache. Mejor dicho, si conocía el nombre, pero apenas era capaz de situarlo en el mapa o en el tiempo.

Pero ahora ya conozco su legado, un pasado que entremezcla las culturas árabe y judía con la española, entrando y saliendo de su historia como un fantasma que no se atreve a permanecer. Ha sido en estos últimos días cuando he llegado a conocer la Larache de finales de los años sesenta, cuando la huella española comenzaba a desvanecerse tras el fin del Protectorado.

Y me he familiarizado con el perfil náutico del Ideal, con el Balcón del Atlántico, la Iglesia de San José, el Zoco o la Medina. Pero también con quienes han dado vida a esas calles, personajes como Sibari, Yasim, Fátima o Laabi.

Y es sobre ese conglomerado urbano y humano donde Sergio Barce hace crecer sus relatos, unas historias en las que biografía y ficción se combinan asombrosamente para crear un universo que escapa de las fronteras de tiempo y lugar.

Este autor es miembro de la Generación Bibliocafé si bien, venía publicando diversas obras con anterioridad, muchas de ellas con reconocimientos como Una sirena se ahogó en Larache, finalista del Premio de la Crítica de Andalucía o Sombras en sepia, Premio de Novela Tres Culturas de Murcia.

PASEANDO POR EL ZOCO CHICO - cubierta

Paseando por el Zoco Chico. Larachensemente (Ed. Jam) es el título de la última obra de este prolífico autor en la que recopila textos y relatos publicados anteriormente en otros libros, revistas o en su página personal, con otros  inéditos hasta la fecha, todos ellos con el común telón de fondo de la Larache que conoció en su infancia pero también de la ciudad reciente, tal vez empeñada en olvidar y dar la espalda a su pasado.

El libro se abre con El corazón del océano, la historia de Rachid, un anciano que cree ya imposible cumplir su sueño de ver el mar y que, gracias a su nieto Ahmed, logrará bañarse en las frías aguas atlánticas de una playa de Larache. Ese viaje al paraíso soñado es el pórtico perfecto del resto de relatos que nos llevan a esa realidad, vivida o soñada, enmendada o ficticia, a la que nos invita Sergio Barce.

A partir de aquí podemos encontrar relatos en los que se evoca la infancia del autor en primera persona o en los que se invocan recuerdos de aquellos días. Pero también hay relatos del retorno, del presente, fruto de los viajes del autor a su tierra de referencia para observar y dolerse de los cambios, visitar su antigua casa o reunirse con viejos amigos, últimos vestigios de un tiempo en el que la arquitectura anodina no abría en canal la personalidad de una ciudad poco inclinada a preservar su legado, tal vez como la mayoría de las ciudades.

Lo biográfico tiene un peso crucial en estos relatos y la mayor parte tienen ese punto de partida. Pero Sergio Barce no ha escrito un libro de recuerdos, de estampas más o menos pintorescas, ha sabido escapar a este fácil recurso para hacer Literatura, para construir un mundo en el que las propias vivencias trascienden y le hablan al lector de algo más que de unos hechos que le inspiran.

Miremos por un momento el relato El primer regreso en el que el autor describe su primer viaje de vuelta a Larache tras muchos años de ausencia. En él se nos cuenta en primera persona cómo Sergio Barce busca su antiguo hogar, sube las escaleras y se asoma al interior de la vivienda. Su valor no está en la descripción de la experiencia personal sino en el modo en el que transforma esa vivencia en un relato que nos habla del sentimiento de pérdida, del vacío y del modo en que nos sobreponemos y nos  reencontramos;  una experiencia con la que cualquier lector podrá identificarse y sentir como propia.

Otro ejemplo es Moro, En este relato se describe el choque brutal con la realidad tras el traslado de la familia desde Larache a Málaga. Un texto descarnado, una historia de iniciación en la que el hecho concreto actúa como catalizador de emociones que uno puede tomar como propias.

Este es el mayor mérito de la obra en la que lo personal se viste de ficción para llegar allí donde la biografía no alcanza. Este toque es el que hace de Sergio Barce un autor con mayúsculas, capaz de crear un mundo literario que envuelve al lector conduciéndole por los callejones de sus recuerdos personales mientras le habla de mercados y especias, cafés y paseos.

Tal vez pocos territorios sean tan propicios para la ficción como la infancia, esa referencia nebulosa en que se refugia el recuerdo y la que mejor se presta a la fabulación y al juego de equilibrio entre realidad y ficción porque en él, ni siquiera el propio autor puede distinguir con claridad qué queda en cada orilla.

Pero el mérito de una obra no está en lo que nos cuenta sobre su autor sino en lo que nos dice de nosotros mismos, en el modo en que nos interroga con descaro en busca de alguna respuesta que dé sentido a lo que leemos y a la modo en que lo hacemos. Por ello, el exotismo africano, las esencias y perfumes o los mercados callejeros pronto han cedido paso a mis propios recuerdos de una tierra en la que nací y a la que vuelvo esporádicamente y que, por tanto, recuerdo más con los ojos del niño que fui que con los ojos del adulto que la visita.

Paseando por el Zoco Chico debe leerse sin prisa, dejándose atrapar por las imágenes y las palabras, por los recuerdos y los aromas, por el estilo directo y aparentemente sencillo de Sergio Barce. Lo diré mejor con una palabra que ya ha quedado definitivamente incorporada a mi vocabulario: larachensemente. 

Gonzalo Muro, 23 diciembre 2014

 

ZOCO CHICO LARACHE

ZOCO CHICO LARACHE

 El enlace directo de su blog, para leer esta reseña sobre mi libro es:

 http://confiesoqueheleido.blogspot.com.es/2014/12/paseando-por-el-zoco-chico.html

 

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«NOTICIA DE ESTE MUNDO», UN LIBRO DE GONZALO MURO

Gonzalo Muro publica el libro Noticia de este mundo, que edita Jam Ediciones, para Generación BiblioCafé. Otro impecable trabajo de edición de Mauro Guillén, y que ha contado con las excelentes ilustraciones de Fuensanta Niñirola.

Noticia de este mundo - Portada

Entrar en las páginas de Noticia de este mundo es, advierto, como abrir un enorme arcón en el que se almacenan pequeños paquetes, muy bien envueltos, en los que, al ir desenvolviéndolos, vas encontrando objetos tan inesperados como sorprendentes.

Abro, y cada pequeño paquete lleva una etiqueta adherida al papel de celofán: Origen, Soledad, Travesía, Canciones, Noticias, Autografías y Relatos. Así se divide el libro. Y comienzo a sacar de cada uno de ellos el contenido que, como digo, viene tan perfectamente presentado.

Origen

“El sexto día. La fila era larga y pesada. La abrían los hombres y la cerrábamos mujeres y niños. Polvo y viento eran nuestro único paisaje, sed y hambre, las únicas voces”

Dividido en siete textos cortos, siete como los siete días que Dios tardó en crear el mundo, tratan precisamente de esto, pero de una manera sumamente original. Gonzalo Muro es brillante, porque él crea el mundo desde los ojos de la inocencia, de unos niños-seres-imaginarios que lo amoldan a su antojo, como pequeños dioses aturdidos y desorientados. Pero hay una belleza primitiva, un desafío estético para ofrecernos imágenes, sensaciones y conceptos bien planteados. Hay un algo de magia inevitable en todo este origen del mundo, con frases talladas e intachables.
Aunque el arranque puede desorientar, porque no sabes si estás ante unos relatos o ante poemas narrativos o ante poesía trascendental y onírica, al continuar te das cuenta de que, sea lo que sea, el comienzo es muy seductor.

FUENSANTA ILUSTRACION 1

Soledad

“El hombre más solo del mundo se sienta a su mesa para escribir una carta a sí mismo…
(…) …Mis pies de ciudad olvidaron la caricia de la arena mojada en una tarde de invierno; asfalto es su única rima. Mi boca de gramófono esparce silencios a la oscuridad sin esperar respuesta, olvidada del eco devuelto…”

Al igual que en Origen, en Soledad hay frases tan esbeltas como seductoras.
Aquí Gonzalo Muro utiliza flashes, rápidos, impactantes, tan efectivos como desasosegantes. Sigue ese poso de poesía que nos hace creer que estamos ante un poeta innato. También ante un creador de sensaciones gélidas. Soledad: un paréntesis de versos puros.

FUENSANTA ILUSTRACION 3

Travesía

“…He levantado la vista para contemplar las nubes de polvo espeso que se agolpa en los senderos umbríos y me ha escalofriado el murmullo ancestral que guía a las estrellas.
(…) …Hay una palabra dulce y hay una palabra amarga, pero sólo tengo una boca. Hay un gesto honrado y hay un gesto ruin, pero sólo tengo un rostro.”

Otros siete textos entroncados más estrechamente con los de Origen que con los tres de Soledad.
La poesía se ha adueñado ya, por completo, del relato. Un largo poema narrado con versos enigmáticos y sombríos pero que trazan el camino de ese hombre y ese coche rojo como la sangre. La voz, el lamento, la canción, su súplica, el ritmo, las palabras del marinero y, finalmente, su propia voz cerrando este círculo, le hablan, le enseñan, le explican esta travesía de un desierto de soledad y de iniciación.
Gonzalo Muro es ahora un poeta en medio de la nada, un hacedor de enigmas y secretos.

FUENSANTA ILUSTRACION 4

Canciones

“…Mis pasos son guiados por un instinto ya casi olvidado, no buscan nada pues todo les es conocido, sólo vagan, recuerdan el camino. Y así llego a ti, a dejarte estas palabras tanto tiempo postergadas, a recuperar esa costumbre ya lejana. Aquí las dejo, donde siempre habitaron pero no fueron pronunciadas. Aquí las dejo, como un mapa en tu mano…”

Seis canciones que, de nuevo, son pura poesía. Canciones a Dios, al amor, a la naturaleza, a la vida. Hay una melodía en cada frase de estos textos, como un llanto de voces. La Canción de Todo lo que Importa es, quizá, la que de veras importa, como la Canción del Retorno es la que, seguramente, más me emocione.

Noticias

“Una bomba en el mercado.
(…) …y una luz borró mis ojos, borró mis labios. El calor fundió en mi piel las monedas, el pañuelo en mi pelo. Y ya no toqué mis juguetes, ni oí promesas de amor bajo un árbol del camino, ni tuve marido a quien honrar, ni puse nombre a mis hijos…”

Gonzalo Muro comienza a girar muy lentamente a estas alturas del libro. Noticias son eso, noticias de este mundo desquiciado que, muy bien escogidas, se transforman con su prosa poética en algo diferente, etéreo. Noticias de la guerra, de la inmigración ilegal, de los niños abandonados, de la anorexia como falsa belleza, de la violencia de género… Y así, en este devenir natural de la prosa poética a la narración, ahora ya inevitable, hallamos un relato breve escrito con rotundidad y con una hermosa prosa, todo ello como contrapunto o contraposición a la noticia escogida: el alzheimer. Y es que El Hombre que Olvidó su Nombre es de una belleza narrativa impresionante. Es sencillamente precioso.
Las Noticias acaban con la ciudad como monstruo impersonal y frío que nos engulle, como anunciando el fin de todo lo hermoso de este mundo.

Durante toda la lectura, se intercalan en cada texto numerosas ilustraciones de Fuensanta Niñirola. Bien escogidas, son los guardaespaldas idóneos en todas las narraciones. Imágenes tan elegantes y sobrias como las palabras. Aquí solo muestro cuatro de ellas, pero sirven ya de prueba evidente de lo mucho que significan para el libro.

FUESANTA ILUSTRACION 2

Autografías

“…Mi oído siempre estuvo dotado para captar la riqueza y los innumerables matices de una conversación. Pocos como yo han podido reflejarlo en la mortaja que supone para una palabra el papel sobre el que se congela.”

Y aquí, súbitamente, Gonzalo Muro da un giro copernicano. Se zambulle en el relato, y lo hace con letras mayúsculas. El libro, de pronto, crece.
Sobrio, soberbio, Un lugar limpio y bien iluminado, tomando como pretexto el relato de Hemingway, es un retrato bien delineado, la estampa de toda la vida de un hombre contada hábilmente en pocas líneas.
Por el contrario, la segunda autografía titulada Regreso a Babilonia, es un juego de impostación en el que Gonzalo Muro se traviste de F. Scott Fitzgerald, le arrebata la pluma y escribe en su lugar con la misma elegancia de la que hiciera gala el escritor americano.
Dos potentes relatos que abren majestuosamente este otro paquete hallado en el arcón de Noticia de este mundo.

Relatos

“…reivindico con orgullo mi labor: recuperar el oficio de náufrago.
(…) …No sabían que náufrago es también quien camina entre extraños o aquel a quien el fuego de campamento ni alegra ni reconforta tras una larga caminata”.

Memorias de un cimbalista es un cuento sobre la inseguridad, sobre la frustración personal y profesional, sobre los sueños que no alcanzamos. Agrio y, sin embargo, emotivo. Es tan humano como real.
Lamentaciones de un náufrago imposible. Lleno de humor elegante, es un relato bien trazado, con una historia curiosa y original que no es sino una metáfora de la soledad, buscada o no. En cualquier caso, un excelente cuento sarcástico y sutil.
El tercero de los Relatos, La estación de Zúrich, es sencillamente bonito. Aquí, Gonzalo Muro hace de arquitecto: construye una complicada estructura a base de bucles, de narración circular hasta convertir lo contado en una historia tan mágica como envolvente. La mujer del vestido rojo se queda grabada en la memoria, en medio de la estación, sentada sobre sus maletas (¿quizá vacías al comienzo?). Me ha encantado. Perfecto.
Y, para cerrar los relatos y el libro, Locura de piernas. Leyéndolo pensaba en Cyd Charisse, en sus interminables y perfectas piernas de bailarina y de vamp, pero también, a causa de los juegos descriptivos del autor, en Marilyn y en la Novak. Es otro relato magnífico, que mantiene el listón que había subido desde las autografías. Este cuento de cine que narra la historia de una actriz con piernas imposibles, una actriz desconocida que únicamente es reclamada para que sus piernas sustituyan a las de las famosas estrellas en las escenas que estas extremidades son las protagonistas, está tan bien llevado que, cuando la sorpresa final nos pilla desprevenidos, nos deja desarmados.
Un excelente punto final para que cerremos el libro muy lentamente.
                                                             Sergio Barce, octubre 2014

GONZALO MURO

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